domingo, 2 de maio de 2010

Quinto Domingo de Pascua.

"Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre".(Juan 16, 28).

Entre los milagros de poder de Dios, como dice el Salmo: "(...) hasta Canta al Señor un cántico nuevo, realmente hizo cosas asombrosas, que se manifiesta su justicia hacia todas las naciones "(Salmo 97 1-2) se encuentra la redención de la humanidad, que nos ha hecho hijos del mismo Padre nos dio a todos nosotros la misma fe y nos hace aspirar a un solo país, como la oración del día: "Señor, ¿qué puedes hacer por tu fiel mente y un corazón, darle a su gente le encanta lo que pidas y proponerse la felicidad que prometía, por lo que en medio de la inestabilidad en el mundo, nuestros corazones se establecerá, cuando son las alegrías verdaderas "(Dalbosco, 1963, p. 587). Jesús nos ha precedido, sin embargo porque el primer cielo, donde, sentado a la diestra del Padre, nos envió el Espíritu Santo (Juan 16, 5-14) con esta triple misión: a) de hacer justicia al Salvador, convencer al mundo cometido el pecado de deicidio, y se pronunció sobre el diablo y sus secuaces la sentencia y la condenación eterna (Juan 16, 5-14), b) para enseñar a la gente la verdad, lo único que puede salvar al mundo y las almas (Santiago 1, 17-21), c) para santificar a los hombres, aplicándolos a su gracia y hacerlas fuertes y victoriosos sobre el demonio, la carne, el mundo y el pecado.



La virtud de la Fortaleza.


La fortaleza es la virtud cardinal que hace que la cara sin temeridad y la timidez sin ninguna dificultad o peligro, e incluso la muerte, el servicio de Dios y el bien de los demás como se indica en el Catecismo de San Pío X: "La fortaleza es la virtud que nos da el valor de no haber peligro ido, no la muerte misma, al servicio de Dios "(Catecismo de San Pío X, 1905, p. 911).

Fortaleza madre de las virtudes de la confianza (seguridad para superar los males inminentes), la magnificencia (ejecución de grandes obras para la gloria de Dios y el bienestar de los demás), la paciencia en el dolor físico y moral, de la constancia y la magnanimidad.

La fortaleza se demuestra en la fiel observancia de los mandamientos de Dios, los preceptos de la Iglesia y los deberes del propio estado, en la profesión franca y valiente de la fe en medio de la persecución y el ridículo de lo malo, el sufrimiento de la vida, y la práctica de virtudes, en particular, las ocho bienaventuranzas del Evangelio. Ellos son: "1 º Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos; segundo Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra, 3 ª Bienaventurados los que llorar, porque ellos serán consolados Bienaventurados cuarto que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados; quinto Bienaventurados los que usan la misericordia, porque ellos alcanzarán misericordia; sexto Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios; séptimo Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios octavo Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos "(Catecismo de San Pío X, 1905, p. 922).

Faria Marcos Vinicius de Moraes

Bibliografía:

JARUSSI, P. Gerardus. Biblia Ave María. 176a edición. Sao Paulo: Editora Ave María, 2007.

Gramaglia, el padre. Ireneo; Dalbosco, fr. Pascoal. Misal Romano. 3 ª edición. Sao Paulo: Editores de Paulina, 1963.

PIO X, San. Tercero Catecismo de la doctrina cristiana. Sao Paulo. Disponible en: http://www.win2pdf.com/. Acesso em: 13 abr. 2010.

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