quarta-feira, 19 de maio de 2010

El Espíritu Santo confirma la obra de Jesús

"Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mis labios" (Sal 33, 2).

En la redención de la humanidad las tres Personas Santísima Trinidad por nuestra salvación, el Padre sacrificó a su propio Hijo, cuyos méritos el Espíritu Santo aplica.

En esta parte del año litúrgico celebramos la acción y el reino del Espíritu Santo en la Iglesia y las almas. Es el Espíritu Santo, el Consolador que desciende hacia nosotros con el secreto, reactivar y poner en práctica la redención realizada por Jesucristo.

El misterio de Pentecostés nos muestra el amor del Espíritu Santo en la santificación del hombre: el amor de Dios - San Pablo dice - "difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que habita en nosotros» (Romanos 5, 5). La fiesta de Pentecostés nos muestra el gran dogma sagrado del Cuerpo Místico en su conjunto y cada miembro, la acción continua del Espíritu Santo.

Este tiempo incluye la Novena a la vigilia, la fiesta de Pentecostés y la Octava.

La Novena a la preparación de la Vigilia de los Apóstoles en el Cenáculo. León XIII, en 1897, convirtió en obligatoria el novenario de todos.

La fiesta para celebrar el octavo aniversario de la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, la promulgación de la ley evangélica y el comienzo del apostolado de la Iglesia.

Faria Marcos Vinicius de Moraes

Bibliografía:

JARUSSI, P. Gerardus. Biblia Ave María. 176 edición. San Pablo: Editora Ave María, 2007.

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