domingo, 25 de abril de 2010

"El Señor mandó a su pueblo al Redentor" (Salmo 110, 9).
En el Evangelio, Jesús resucitado anuncia su próximo partido. Pero la Iglesia sigue alabanza con alegría, cantando y dando gracias al Señor, tan firme en el salmo: "Alabad a Dios con alegría, la gente de la tierra, levante las canciones a su nombre, celebran tu gloria" (Salmo 65: 1-2) buen trabajo de redención realizada por la omnipotencia divina.

Somos peregrinos en la tierra, nuestra verdadera patria es estable y el cielo en el que debería haber fijado su mirada, con la certeza de llegar a ella a través del dolor y el sufrimiento, el amor a los hermanos y la obediencia a toda autoridad (I Pedro 2, 11 -19). Somos cristianos: se rechaza, por tanto ¿que empañan ese nombre, y la práctica lo que se puede alabar, como la oración del día: "Oh Dios, para traer a los pecadores al camino recto, que mostrar a la luz de tu verdad y la subvención a todos los que profesan la religión cristiana la gracia a la práctica todo lo que los hace dignos de tal nombre y rechazar todo lo que es contrario "(Dalbosco, 1963, p. 582).

La virtud de la esperanza

La virtud sobrenatural por la que confiamos en Dios y espera que él la vida eterna y las gracias necesarias para obtener, a través de buenas obras, que se llama esperanza. Su objetivo principal es Dios mismo: la secundaria son las gracias necesarias para alcanzar la felicidad como se indica en el Catecismo de San Pío X: "La esperanza es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nuestra alma, por la que aspiramos y esperamos la vida eterna que Dios había prometido a sus siervos, y las ayudas necesarias para lograrlo. Debemos esperar el Paraíso de Dios y la ayuda necesaria para lograrlo, porque la mayoría misericordioso de Dios, por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, quien se comprometió a servir con todo mi corazón, y, lo más fiel y omnipotente, es siempre su promesa . Las condiciones necesarias para alcanzar el Paraíso son la gracia de Dios, la práctica de las buenas obras y la perseverancia en su santa muerte hasta el amor "(Catecismo de San Pío X, 1905, p. 888-890).

La esperanza es necesaria para la salvación y nos vemos obligados a hacer actos de esperanza a principios del uso de la razón, los peligros de muerte y muchas veces en la vida, como las tentaciones y el cumplimiento de importantes deberes cristianos.

Renunciar a la esperanza de escapar de la prueba, el pecado, separarse de los bienes terrenales y no molestar a causa de las miserias y los reveses de la vida.

Los pecados contra la desesperación y la esperanza son la presunción de salvarse sin mérito, como el Catecismo de San Pío X: "La esperanza se pierde cada vez que pierde la fe, pierde también el pecado de desesperación o presunción. " Las virtudes de la esperanza que nace de la paciencia y la resignación, la alegría en medio del dolor y la unión con Dios.

Faria Marcos Vinicius de Moraes

Bibliografía:

JARUSSI, P. Gerardus. Biblia Ave María. 176a edición. Sao Paulo: Editora Ave María, 2007.

Gramaglia, el padre. Ireneo; Dalbosco, fr. Pascoal. Misal Romano. 3 ª edición. Sao Paulo: Editores de Paulina, 1963.

PIO X, Saint. Tercero Catecismo de la doctrina cristiana. Sao Paulo. Disponible en: http://www.win2pdf.com/. Acesso em: 13 abr. 2010.

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