"Tú eres el esplendor de luz eterna, espejo sin mancha y la imagen de la bondad divina" (Sabiduría 7, 26).

"Entonces la nube salió una voz: Este es mi Hijo amado; a él oíd" (Lucas 9, 35). Jesús dijo a sus discípulos acerca de su muerte y resurrección. Sin embargo, ellos no comprendieron.
Del mismo modo, nos dice acerca de la felicidad un radical, completamente diferente de lo que sabemos, lo que puede lograrse a través de la humildad y una vida de sufrimiento (Mateo 5: 3-10). Y también que no entienda. De hecho, no escuchamos a él.
Jesús dijo a sus discípulos que negarse a sí mismos y hacer su cruz cada día (Marcos 9, 23), pero tenían dificultades para comprender.
Jesús es la palabra de vida, pero nosotros no mostramos tienen oídos para oír Él (echa un vistazo a Marcos 4, 9). Él no se dio por vencido en nosotros, y hoy nos invita a acompañarle en el Monte de la Transfiguración. No vemos su rostro y sus vestidos se convierten "(...) blancura resplandeciente "(Lc 9, 29). Sí, Jesús es el Hijo de Dios, el Elegido (Lucas 9, 35). "(...) Es el que fue el imperio y la gloria, y todos los pueblos, todas las naciones y pueblos de toda lengua que le sirvan. Su dominio será eterno, nunca cesará y su reino no será destruido "(Daniel 7, 14).
Al subir a la montaña debido a la altitud, los oídos abiertos y nos pueden oír. Así que vamos a aceptar la invitación, y con alegría, "subir al monte del Señor" (Isaías 2, 3). Sin duda, vamos a escuchar (cf. 9, 35).
Marcos Vinícius Faria de Moraes
Bibliografia:
GRAMAGLIA, pe. Irineu; DALBOSCO, fr. Pascoal. Missal Romano. 3ª Edição. São Paulo: Editoras Paulinas, 1963.
JARUSSI, p. Gerardus. Bíblia Ave Maria. 176ª Edição. São Paulo: Editora Ave Maria, 2007.
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