domingo, 4 de julho de 2010

XIV del Tiempo Ordinario.

"Siento compasión de esta gente. Hay ya tres días conmigo y perseverar no tienen nada que comer" (Marcos 8,2).


Por el bautismo nacemos de nuevo a la vida espiritual de la gracia. Fuimos incorporados a Cristo (cf. Rom 6: 3-11) y convertirse en su pueblo y su herencia, como dice el salmista: "El Señor es la fortaleza de su pueblo y su salvador ungido. Guardar, Señor, tu pueblo y bendice a tu heredad, es su guía a la eternidad" (Salmo 27: 8-9). Este pensamiento inspiró una gran confianza en la misericordia de Dios y de profundo agradecimiento, como el salmista: "Yo enfoque de su altar para ofrecerle mi sacrificio con alegría, cantar y cantar himnos al Señor" (Sal 26, 6) y profundas el reconocimiento de sus dones y beneficios (Mc 8, 1-9).


Incluso el dolor es un don de Dios e incluso el más bello regalo de Dios, porque nos hace semejantes a Jesús y se asocia con el Sacrificio del Calvario, la integración de su pasión, como dice la oración del ofertorio: "bienvenido, Señor, nuestras oraciones y ofrendas de tu pueblo: Cómo se llega con certeza lo que le pedimos con confianza, para que ninguno de nuestros deseos se vuelven estériles y no ser rechazada sólo una de nuestras peticiones" (Dalbosco, 1963, p. 699). El dolor es un don de educador racional de la mente, corazón y voluntad, es una fuente de energía, la virtud y el mérito.




La Divina Providencia
Este domingo el Evangelio hacemos hincapié en la Divina Providencia a las criaturas. Dios tiene cuidado y la providencia de las cosas creadas y dirige todas las últimas consecuencias, con la sabiduría, la bondad y la justicia infinita, no sólo en general pero en particular más notable, sirviéndose más noble de las criaturas para gobernar el más bajo, como el Catecismo de la Iglesia Católica: "La Divina Providencia son disposiciones por las que Dios conduce con sabiduría y amor todas las criaturas a su fin último. (...) La providencia divina trabaja también a través de la acción de las criaturas. Dios da a los seres humanos que cooperen libremente a sus diseños "(Catecismo de la Iglesia Católica, 2000, p. 321, 323).


Todo está permitido por Dios, incluso el dolor, los golpes, la desigualdad social (ricos y pobres), la prosperidad de los malvados, la miseria de la guerra justa y el pecado, incluso, porque extrae el bien del mal, e incluso porque eso es siempre más a brillar su misericordia y su justicia, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: "La permisión divina del mal el mal físico y moral es un misterio que Dios ilumina por el Hijo, Jesucristo murió y resucitó para ganar el mal. La fe nos da la seguridad de que Dios no permitiría el mal del mal mismo no llevaban bien, de manera que sólo conocen plenamente en la vida eterna "(Catecismo de la Iglesia Católica, 2000, p. 324).


Divina Providencia brilla de una manera única en la Redención, que prodigaba el hombre y el pecado, la libertad de los hijos de Dios y la consecución del paraíso.

Faria Marcos Vinicius de Moraes

Bibliografía:

JARUSSI, P. Gerardus. Biblia Ave María. 176 edición. San Pablo: Editora Ave María, 2007.

Gramaglia, el padre. Ireneo; Dalbosco, fr. Pascoal. Misal Romano. 3 edición. San Pablo: Editores de Paulina, 1963.

__________Catecismo La Iglesia Católica. San Pablo: Editora Loyola, 2000.

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